En los últimos diez años la población latina creció en un 34% en el suburbio más cercano a la Gran Manzana. MIles tratan de integrarse a un territorio en donde las viviendas asequibles casi no están en el mapa
En el extenso estado de Nueva York, apenas a unas millas de la Gran Manzana, se encuentra Long Island, una extensa isla con 293 localidades que se caracteriza por barrios costeros, cómodas casas, lujosas mansiones, pero también pequeños vecindarios de una creciente clase trabajadora que cada vez tiene menos opciones en dónde vivir.
Allí, especialmente en pueblos como Hempstead, Brentwood y Los Hamptons la presencia de comunidades hispanas sigue en ascenso, al ritmo de una demanda laboral que despierta luego de los estragos de la pandemia, en áreas claves como la construcción, hospitalidad y otros servicios.
Todos los datos del Censo 2020 confirman este incremento poblacional, aunque con las nuevas oleadas migratorias de 2020, no hay dudas que las cifras oficiales son solo aproximaciones: Los latinos representan el 20.2% de los 2.9 millones de habitantes de Long Island, lo cual implica que son el grupo étnico minoritario más grande de estas localidades.
En total, existen 52 comunidades en donde los latinos constituyen el 20% o más de la población. Y el aumento de su presencia entre 2010 y 2020 fue cercano al 34%.
Hasta los años 70, casi que el 100% del este de Long Island eran comunidades totalmente blancas, ahora son pueblos más diversos: En promedio uno de cada cinco habitantes es de origen latinoamericano.
La chilena Isabel Sepúlveda es una activista comunitaria co-fundadora de la Organización Latino Americana (OLA) de Long Island que atiende a inmigrantes que trabajan en East Hampton, Southampton, Riverhead, Southold y Shelter Island, poblaciones ubicadas al este de esta isla. Ella ha sido testigo de este crecimiento.
“Yo llegué hace 30 años a este lugar y en realidad era casi que la única latina. Hoy el panorama demográfico es muy diferente. Nuestras familias hispanas se han incorporado de manera creciente, como una mano de obra más que esencial y vital. Sin exageraciones, estas localidades del este de la isla no podrían funcionar, sin esta fuerza laboral”, asegura Sepúlveda.
En las áreas conocidas como el ‘East End’ la presencia de inmigrantes latinoamericanos, mayoritariamente de Ecuador, México, Colombia y países de Centroamérica, tiende a ser todavía mayor.
De acuerdo con datos compartidos por OLA, en esas comunidades, el 45% de los estudiantes de las escuelas primarias y secundarias son hispanos, el 23% de la población proviene de países suramericanos y el 58% de quienes se autodenominan inmigrantes, también son de origen latino.
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