Santiago.- Ocho hijos vivos, 50 nietos, 40 biznietos, 20 tataranietos y 15 chornos es la decendencia de María Martínez, quien con 107 años aún camina y tiene un sueño: conocer personalmente al expresidente Leonel Fernández. “Yo si siempre he querido conocer a Leonel”, dijo mientras intentaba pararse de una silla.
Su amplia sonrisa deja al descubierto sus ganas de vivir aunque muy lejos está la fecha de su nacimiento: 1909, en Gurabito de Yaroa, provincia de Puerto Plata.
Hoy María Martínez es probablemente una de esas damas que inspiran admiración por su entrega como madre y por su longevidad y lucidez.
“Yo estoy muy bien y nunca me enfermo, gracias a Dios. Y tengo la dicha de tener a mis ocho hijos vivos. Solo dos se han muerto”, dice y agrega que también tiene la dicha de poder compartir con tantos familiares.
El hijo mayor de doña María es Juanito, de 90 años, y el menor es Martín, que tiene 63. Sus demás hijos son Waddy, Marcelina, Julia y Luisa.
Su primer hijo lo tuvo a los 17 años con el que siempre fue su esposo, Agustín Sánchez, fallecido hace 50 años.
“Yo nunca trabajé fuera de la casa; siempre era Agustín que lo hacía, luego cuando él murió los hijos trabajaban y traían todo a la casa. Yo como de todo, me gustaba cocinar, ya no, porque no puedo y no me dejan, no uso lentes y solo sé que estoy viva”, manifiesta con una linda sonrisa.
Al preguntársele de qué se arrepiente, asegura que de nada, pero agrega que nunca bailó y siempre fue una persona muy callada.
De acuerdo con quienes la cuidan consume todos los alimentos diarios, sin ninguna restricción, y duerme quince horas. Le gusta tomar café y los jugos le encantan.
Sin documentos. María Martínez tiene otro deseo: obtener una copia de su cédula de identidad, que se le extravió hace varios años.
Sin documentos. María Martínez tiene otro deseo: obtener una copia de su cédula de identidad, que se le extravió hace varios años.
La tarea ha sido difícil porque no aparece el libro en el que asentó su nacimiento, pero un nieto que es abogado hace ingentes esfuerzos para complacer ese deseo.