sábado, 12 de noviembre de 2016

Se hunde tramo carretera El Limón por fuertes lluvias en Samaná

EL HUNDIMIENTO FUE PROVOCADO POR LAS FUERTES LLUVIAS REGISTRADAS EN LA COMUNIDAD EL LIMÓN

Santo Domingo
Se hunde tramo carretera El Limón por fuertes lluvias en SamanáParte de la capa asfáltica de la carretera que comunica la provincia Samaná con el distrito municipal Las Galeras, fue destruida por un deslizamiento de tierra a la altura de la comunidad Punta Balandra.
El reporte de daños, emitido hoy por el Centro de Operaciones de Emergencias (COE), indica que el hundimiento fue provocado por las fuertes lluvias  registradas en la comunidad El Limón.
Por los fuertes aguaceros, las provincias en alerta amarilla son tres, Puerto Plata, Montecristi y Espaillat. En verde,  Sánchez Ramírez, María Trinidad Sánchez, Duarte, Dajabón, Santiago, La Vega, Monseñor Nouel y Samaná.
En su cuenta de Twitter, el geologo Osiris de León, explicó que el hundimiento del suelo fue por una "falla de suelo por efectos de saturación que afecta a la carretera que comunica a Samaná con la comunidad de El Limón".

México se prepara para los efectos de una presidencia de Trump



CIUDAD DE MÉXICO – Para México la pesadilla se convirtió en realidad.
Tal vez ningún otro país, aparte de Estados Unidos, se jugaba tanto en la elección presidencial estadounidense como México.
En la madrugada del miércoles, este país fue testigo de cómo Donald Trump se convirtió en el próximo presidente de Estados Unidos. El poder será ejercido por un candidato cuyas promesas centrales incluyeron construir un muro entre los dos países, terminando con décadas de tratados comerciales y el inicio de la deportación de millones de migrantes mexicanos.
Un peso ya volátil sufrió su caída más drástica en casi 20 años, una representación en el mercado del sentimiento generalizado en todo México por la elección de Trump para el cargo más poderoso del mundo. Para muchos, esta elección afecta los años de esfuerzos que buscaron mejorar la relación entre ambas fronteras, que ha sido históricamente tensa. Su elección promete un futuro financiero turbulento para México, que depende del sustento económico de Estados Unidos, tanto en términos de comercio como por las remesas.
“Es un desastre no mitigado”, dijo Jorge Castañeda, exsecretario de Relaciones Exteriores y profesor de Política y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Nueva York. “Hay muy pocas herramientas para arreglar la relación”.
Durante meses, México observó la campaña con una mezcla de temor y confusión, forzado a atestiguar una cruda corriente de veneno estadounidense desatado por la candidatura de Trump. Ahora, la elección se percibe como un heraldo de los días difíciles que vendrán para el país, su economía, la emigración e incluso su estado mental.
“Esta elección nos recuerda la mala imagen de México en Estados Unidos”, dijo Jesús Silva-Herzog Márquez, un columnista y profesor en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, en México. “También es un espejo en el que podemos apreciar dolorosamente nuestro reflejo”.
“No tendremos que esperar a que la banda presidencial cambie de dueño para sentir los efectos devastadores, no solo en términos económicos, sino también la crisis existencial que provocará”, añadió.
A lo largo de Ciudad de México, las esperanzas por la victoria de Hillary Clinton se frustraban mientras los conteos de estado por estado resultaban a favor de Trump.
“Imagínense cómo se verán los Estados Unidos a partir de ahora”, dijo Angelina González, quien vende cosméticos en la Ciudad de México. “Se acerca una inmensa ola de discriminación”.
Entre los periodistas de Horizontal, una revista cultural y política de Ciudad de México, el ánimo estaba por los suelos y la confusión reinaba. Antonio Martínez Velázquez, cofundador de ese proyecto editorial, reflexionó sobre el resultado con un profundo sentimiento de incertidumbre.
“Este momento obliga al mundo, incluyendo a México, a repensar su relación con Estados Unidos”, dijo. “Este momento, que en realidad marca el fin de una era, la era de la hegemonía de Estados Unidos, y el comienzo de un nuevo capítulo para nosotros en México”.
Trump ha sido una de las fuerzas políticas más influyentes durante este año, haciendo enojar a los mexicanos de todas las extracciones e incluso a funcionarios gubernamentales con su campaña en contra del país. La ira se desató cuando el presidente de México, Enrique Peña Nieto lo invitó a visitar México, un ofrecimiento que el candidato aceptó.
Siguieron semanas de un sentimiento de encono y traición, mientras muchos mexicanos denunciaban la invitación de Peña Nieto como una capitulación innecesaria del dirigente de una nación que había sido insultada.
Ahora resulta que Peña Nieto tenía razón: Trump no era un candidato al que se pudiera ignorar.
En una serie de tuits del miércoles en la madrugada, Peña Nieto felicitó “a la gente de Estados Unidos por el proceso electoral” y reiteró su voluntad de trabajar con Trump “a favor de la relación bilateral”.
“México y EUA son amigos, socios y aliados que deben seguir colaborando por la competitividad y el desarrollo de América del Norte”, escribió. “Confío que México y Estados Unidos seguirán estrechando sus lazos de cooperación y respeto mutuo”.
Trump ha prometido construir un muro entre los dos países y hacer que México lo pague. Sin embargo, la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, rechazó esa idea en una entrevista por televisión el miércoles en la mañana.
“Pagar el muro está fuera de nuestra visión”, dijo. “La visión que tenemos es de integración, de cómo México y Estados Unidos trabajando juntos somos más competitivos”.
En términos prácticos, sospechan la mayoría de los expertos, la elección afectará profundamente en la economía.
Estados Unidos y México están estrechamente integrados en cuestiones de economía, demografía, cultura y seguridad, hilvanados por la movilidad de personas, bienes y dinero a lo largo de la frontera de 3220 kilómetros entre ambos países.
Adonde vaya uno, va el otro. México es el tercer socio comercial de Estados Unidos, después de Canadá y China, con cerca de 531 mil millones de dólares de comercio bilateral en 2015.
Ambos países son interdependientes; bienes y partes estadounidenses se envían a las fábricas mexicanas cuyas manufacturas se envían de regreso a Estados Unidos, y viceversa. Millones de trabajos estadounidenses están directamente relacionados con el comercio con México.
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Una pizarra cambiaria con el peso mexicano y el dólar en una casa de cambio en Ciudad Juárez, el martes CreditJose Luis Gonzalez/Reuters
Trump ha prometido acabar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), un pacto que básicamente ha moldeado las relaciones económicas en Norteamérica. Sostiene que México ha sido el mayor beneficiario del acuerdo, mientras que los trabajadores han sufrido por falta de trabajos y salarios estancados, un argumento que le funcionó muy bien con esos segmentos del electorado estadounidense.
Aunque México es el segundo destino de los artículos estadounidenses, lo que le da al país una cierta ventaja o capacidad de responder ante cualquier acción tomada por Trump, los países muestran “una relación muy asimétrica”, dijo Castañeda, sugiriendo que al final es poco lo que México puede hacer para ejercer presión.
Muchos mexicanos podrían perder sus empleos y todos sufrirán si sucede una rápida depreciación del peso. Sin embargo, una crisis económica también podría convertirse en una crisis migratoria, lo contrario a lo prometido por Trump durante su campaña.
Casi 35 millones de ciudadanos mexicanos y mexicoamericanos viven en los Estados Unidos; la mayoría de las personas de ascendencia mexicana tiene la ciudadanía estadounidense o la residencia legal. Entre uno y tres millones de estadounidenses están presentes en México en algún momento, señalan los analistas.
La migración de indocumentados desde México se ha reducido, y los cálculos del Pew Research Center muestran que más mexicanos están regresando a México de los que están emigrando hacia Estados Unidos, lo que resulta una pérdida neta. Sin embargo, una crisis económica repentina podría volver a enviar a los mexicanos a Estados Unidos en busca de trabajo.
“Generas una crisis económica en México, y todas esas ganancias que hemos visto en términos de cero migración se van por la cañería”, dijo Agustín Barrios Gómez, un antiguo diputado mexicano y presidente de la Fundación Imagen de México, que se dedica a promover la imagen del país en el extranjero.
No todos se sintieron completamente tristes por los resultados de la elección. Si hay un resquicio de esperanza, dicen algunos, está en que la amenaza externa fuerce a los mexicanos a unirse.
“Creo que tener un factor fuerte y negativo cruzando la frontera unirá a los mexicanos para trabajar más arduamente, lo que será un efecto positivo”, dijo Arturo Delgado, el director retirado de una escuela técnica.
Algunos se sienten seguros de que el discurso hostil de Trump como candidato menguará cuando asuma el cargo.
“No veo ningún problema en cuanto al comercio o la migración”, dijo Raymundo Riva Palacio, analista político y columnista.
En cuando al comercio, Riva Palacio sostiene que los grupos comerciales y los gobernadores que apoyaron a Trump, incluyendo a Greg Abbott de Texas, le recalcarán la importancia de permanecer dentro del TLCAN.
En cuanto al muro que Trump juró erigir a lo largo de la frontera sur, “a Donald Trump le será muy difícil obtener el presupuesto”, dijo.
En última instancia la economía atemperará las políticas de Trump hacia México, sostiene. También dijo que es posible que más estados aprueben leyes restrictivas que harían la vida más difícil para los migrantes mexicanos. Riva Palacio señaló que con el congreso y el senado en manos de los republicanos, la victoria de Trump puede ser una señal de un realineamiento ideológico que no había ocurrido desde la elección de Ronald Reagan.
“El problema no es para México, es para Estados Unidos”, dijo Riva Palacio.

Entre críticas y admiración, Europa se despide de Obama

BERLÍN — Cuando un joven candidato demócrata a la presidencia llamado Barack Obama se presentó ante la Columna de la Victoria en Berlín en 2008 para exponer su visión de esperanza y cambio, estaba rodeado de 200.000 europeos eufóricos, ansiosos de darle una oportunidad.
Estaban cautivados por su juventud, su herencia multiétnica y su optimismo (“Sí podemos”). Lo veían como alguien más parecido a ellos, un cambio de George W. Bush y la arrogancia estadounidense cristalizada en la invasión a Irak, a la que Alemania y Francia siempre se opusieron.
Hoy, tras la elección presidencial, casi todo el mundo está a la espera de saber qué sucederá después de una despiadada campaña para remplazarlo. Sin embargo, en Europa, la salida de Obama también es el capítulo final de una relación complicada.
Aunque se va con índices de aprobación altos en Estados Unidos, el legado de Obama en Europa está lejos de ser definitivo, como muestran entrevistas con diversos europeos y analistas de relaciones exteriores.
Su popularidad está teñida de decepción por sus fracasos, y de melancolía por el optimismo que abanderó.
También está la dura realidad de los problemas que enfrenta Europa (los más importantes son una Rusia más beligerante y una crisis migratoria implacable), que se han agravado desde que Obama cautivó por primera vez a la multitud en Berlín hace ocho años. Para algunos, la cautela y pasividad de Obama han contribuido a ocasionar ambos.
Moni Schneid, de visita en la Columna de la Victoria desde Stuttgart, donde dirige un negocio de alimentos para 13 escuelas, sigue siendo su seguidora.
“Fue realmente maravilloso que una persona de color pudiera llegar a la presidencia; respeto mucho lo que ha logrado”, dijo. “Pero ningún presidente puede lograr lo que quiere. Hay demasiadas piedras en el camino. Y a cada paso hay alguien diciendo: ‘No, no se puede’”.
Dieter Bösche, de 71 años, dijo haberse sentido asombrado ante la efusión de esperanza con la que el mundo recibió a Obama, a quien se le otorgó el Premio Nobel con base en expectativas y no en logros.
“Me siento mal por él. Estoy decepcionado”, comentó Bösche. “Tal vez las ataduras políticas le impidieron desarrollar sus esperanzas y las nuestras. Eso es más claro ahora para nosotros en la campaña presidencial de Estados Unidos”.
Obama, dijo, “era nuestra esperanza, nuestra esperanza, es por eso que es tan triste”.
Claro que Obama cometió errores, aceptan los entrevistados, en especial en la forma en la que se manejó la situación en el Medio Oriente y su relación con su contraparte ruso, Vladimir Putin. Además, muchos no están contentos con que la prisión de Guantánamo no se haya cerrado, como Obama prometió.
No obstante, elogian el acuerdo nuclear con Irán, la apertura hacia Cuba y la renuencia de Obama a ir a la guerra. Se sienten emocionados por la que probablemente sea su última visita como presidente, cuando regrese a Berlín a mediados de noviembre para encontrarse una vez más con la canciller Angela Merkel, quien también está ahora debilitada por su antigüedad en el cargo y la crisis migratoria.
Las opiniones de los europeos se reflejan en una encuesta realizada esta primavera por el Pew Research Center en diez países de la Unión Europea. Las encuestas indican que Obama inspiró más sentimientos positivos entre los europeos después del impopular presidente Bush.
Más de la mitad de los participantes siguen expresando su confianza en Obama, en cifras de aprobación mucho más altas que las de Bush.
Norbert Röttgen, el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Bundestag, dijo que para los europeos el legado de Obama seguirá siendo mayormente positivo. Subrayó en específico los logros del presidente con Irán y Cuba, y el sistema nacional de salud.
“A los ojos de los europeos y de los alemanes es un recordatorio de que todavía hay alguien en Estados Unidos a quien podemos admirar y que desearíamos que siguiera teniendo liderazgo en el mundo”, expresó Röttgen.
“Seguirá representando a un ‘Estados Unidos bueno’, lo cual puede ser ingenuo, pero es importante, en un sentido psicológico, para apoyar las relaciones trasatlánticas”.
Jan Techau, director del Foro Richard C. Holbrooke en la Academia de Estados Unidos en Berlín, comentó que los europeos “estaban esperando a un redentor, que se llevara todo el dolor de George W. Bush y la ciénaga de antipatía que provoca Estados Unidos en el mundo”.
“Pero estaban destinados a la decepción”, continuó, “porque lo eligieron como presidente de Estados Unidos, para velar por los intereses de su país”.
Christopher Meyer, exembajador británico en Estados Unidos, también fue indulgente, pues explicó que las “expectativas de lo que podría hacer eran exageradamente altas”, como lo demostró el Premio Nobel en 2009.
“Todos estábamos embelesados”, dijo. “Pero sabíamos que no duraría. Ahora es considerado un hombre más de carne y hueso y eso ha provocado una opinión injustamente negativa de sus logros”.
En especial en lo que respecta a las relaciones exteriores, explicó Meyer, “la gran lección de Obama es que no hay que interferir en todas las situaciones en el mundo para mantener tu postura como la nación más poderosa, y que la construcción de naciones es una misión imposible; todos tenemos algo que aprender de Irak y Afganistán”.
Varios analistas de política exterior en Europa tienen una opinión más negativa. Consideran que Estados Unidos ha perdido credibilidad en el mundo, mientras que Rusia y China parecen estar ejerciendo más influencia y rechazando los intereses y demandas de Estados Unidos, en ocasiones sin disimular su desdén.
John C. Kornblum, exembajador de Estados Unidos en Alemania, quien vive en Berlín, observa un “amerexit” de la responsabilidad mundial con la administración de Obama, lo cual ha conducido a una beligerancia más pronunciada por parte de Rusia y China, y ha permitido a los rusos regresar al Medio Oriente como un poder diplomático y militar.
Hay muchas fuerzas en juego además de las políticas de Obama, agregó Kornblum, reconociendo la fatiga estadounidense ante la participación en el extranjero. Sin embargo, dijo que el final de la Guerra Fría no acabó con el lugar que ocupaba Washington en Europa.
“Nuestra participación es importante para mantener la estabilidad”, puntualizó Kornblum. “Podíamos y debíamos haber estado ahí para ayudar a los europeos a mantenerla. Sin embargo, vamos de una cosa a otra, ya sea invadiendo en todos lados o tocando la retirada. Tuvimos esta gran victoria con la Guerra Fría y básicamente la malgastamos”.
Un funcionario alemán de alto nivel dijo: “Continuamente me comentan: ‘Necesitamos a los estadounidenses. ¿Dónde están los estadounidenses?’”.
George Robertson, exsecretario de Defensa británico y secretario general de la OTAN, acompañó sus elogios a Obama con críticas punzantes.
“Obama trajo una sensación de calma y estabilidad bien recibidas después de la turbulencia de la era Bush”, explicó Robertson. Sin embargo, el presidente “podría haber trabajado más arduamente en Rusia, porque era importante mantener a raya a Putin”.
En cambio, dijo, Obama “permitió a Putin regresar a la escena mundial y poner a prueba la determinación de Occidente”, tanto en Ucrania como en Siria, “lo cual ha sido un distractor y algo que tendrá consecuencias duraderas”.
Al igual que muchos, Robertson dijo que la falta de seguimiento por parte de Obama a su “línea roja” en 2013 sobre el uso de armas químicas de Siria y su falla en no tomar las acciones militares prometidas fueron un fuerte revés a su credibilidad y la de Estados Unidos.
“El presidente de Estados Unidos nunca debería ser un observador”, aclaró Robertson. “El mundo necesita liderazgo”. Por supuesto que la intervención tiene sus costos, dijo, “pero la cautela tiene un precio y también tiene consecuencias, y puede ser nefasta, como lo comprobó Neville Chamberlain en la década de los treinta. Algunas veces uno necesita dar un paso adelante”.
François Heisbourg, exfuncionario francés de la Defensa y presidente del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, alabó la actitud decente y relajada de Obama. Sin embargo, se preguntó “si estas son cualidades que operan en un mundo que se ha vuelto en extremo brutal, en parte debido al legado de Obama”.
No obstante, Obama también es un hombre de su tiempo, que está articulando cambios estructurales en el mundo y que ha disminuido el poder comparativo de Estados Unidos, argumentó Xenia Wickett, directora del programa para Estados Unidos y el continente americano en Chatham House, un instituto de investigación en Londres y exfuncionaria del Consejo de Seguridad Nacional.
“Obama por fin hizo lo que Estados Unidos venía diciendo desde hace dos décadas: dada la economía y la naturaleza de los desafíos mundiales ya no podían ser la policía del mundo”, sentenció Wickett. “La amplia tendencia hacia un Estados Unidos menos intervencionista se mantiene sin importar quién gane la presidencia”.
En Berlín, en la Columna de la Victoria, Roland Huss, de 60 años, ingeniero, elogió a Obama. “No podía hacerlo todo, por supuesto”, dijo. “Es un problema del sistema estadounidense”.
En cuanto a Europa, concluyó Huss: “Bueno, tal vez no había mucho que pudiera hacer. En Europa no necesitamos la ayuda de Obama para meter la pata”.