sábado, 12 de noviembre de 2016

México se prepara para los efectos de una presidencia de Trump



CIUDAD DE MÉXICO – Para México la pesadilla se convirtió en realidad.
Tal vez ningún otro país, aparte de Estados Unidos, se jugaba tanto en la elección presidencial estadounidense como México.
En la madrugada del miércoles, este país fue testigo de cómo Donald Trump se convirtió en el próximo presidente de Estados Unidos. El poder será ejercido por un candidato cuyas promesas centrales incluyeron construir un muro entre los dos países, terminando con décadas de tratados comerciales y el inicio de la deportación de millones de migrantes mexicanos.
Un peso ya volátil sufrió su caída más drástica en casi 20 años, una representación en el mercado del sentimiento generalizado en todo México por la elección de Trump para el cargo más poderoso del mundo. Para muchos, esta elección afecta los años de esfuerzos que buscaron mejorar la relación entre ambas fronteras, que ha sido históricamente tensa. Su elección promete un futuro financiero turbulento para México, que depende del sustento económico de Estados Unidos, tanto en términos de comercio como por las remesas.
“Es un desastre no mitigado”, dijo Jorge Castañeda, exsecretario de Relaciones Exteriores y profesor de Política y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Nueva York. “Hay muy pocas herramientas para arreglar la relación”.
Durante meses, México observó la campaña con una mezcla de temor y confusión, forzado a atestiguar una cruda corriente de veneno estadounidense desatado por la candidatura de Trump. Ahora, la elección se percibe como un heraldo de los días difíciles que vendrán para el país, su economía, la emigración e incluso su estado mental.
“Esta elección nos recuerda la mala imagen de México en Estados Unidos”, dijo Jesús Silva-Herzog Márquez, un columnista y profesor en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, en México. “También es un espejo en el que podemos apreciar dolorosamente nuestro reflejo”.
“No tendremos que esperar a que la banda presidencial cambie de dueño para sentir los efectos devastadores, no solo en términos económicos, sino también la crisis existencial que provocará”, añadió.
A lo largo de Ciudad de México, las esperanzas por la victoria de Hillary Clinton se frustraban mientras los conteos de estado por estado resultaban a favor de Trump.
“Imagínense cómo se verán los Estados Unidos a partir de ahora”, dijo Angelina González, quien vende cosméticos en la Ciudad de México. “Se acerca una inmensa ola de discriminación”.
Entre los periodistas de Horizontal, una revista cultural y política de Ciudad de México, el ánimo estaba por los suelos y la confusión reinaba. Antonio Martínez Velázquez, cofundador de ese proyecto editorial, reflexionó sobre el resultado con un profundo sentimiento de incertidumbre.
“Este momento obliga al mundo, incluyendo a México, a repensar su relación con Estados Unidos”, dijo. “Este momento, que en realidad marca el fin de una era, la era de la hegemonía de Estados Unidos, y el comienzo de un nuevo capítulo para nosotros en México”.
Trump ha sido una de las fuerzas políticas más influyentes durante este año, haciendo enojar a los mexicanos de todas las extracciones e incluso a funcionarios gubernamentales con su campaña en contra del país. La ira se desató cuando el presidente de México, Enrique Peña Nieto lo invitó a visitar México, un ofrecimiento que el candidato aceptó.
Siguieron semanas de un sentimiento de encono y traición, mientras muchos mexicanos denunciaban la invitación de Peña Nieto como una capitulación innecesaria del dirigente de una nación que había sido insultada.
Ahora resulta que Peña Nieto tenía razón: Trump no era un candidato al que se pudiera ignorar.
En una serie de tuits del miércoles en la madrugada, Peña Nieto felicitó “a la gente de Estados Unidos por el proceso electoral” y reiteró su voluntad de trabajar con Trump “a favor de la relación bilateral”.
“México y EUA son amigos, socios y aliados que deben seguir colaborando por la competitividad y el desarrollo de América del Norte”, escribió. “Confío que México y Estados Unidos seguirán estrechando sus lazos de cooperación y respeto mutuo”.
Trump ha prometido construir un muro entre los dos países y hacer que México lo pague. Sin embargo, la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, rechazó esa idea en una entrevista por televisión el miércoles en la mañana.
“Pagar el muro está fuera de nuestra visión”, dijo. “La visión que tenemos es de integración, de cómo México y Estados Unidos trabajando juntos somos más competitivos”.
En términos prácticos, sospechan la mayoría de los expertos, la elección afectará profundamente en la economía.
Estados Unidos y México están estrechamente integrados en cuestiones de economía, demografía, cultura y seguridad, hilvanados por la movilidad de personas, bienes y dinero a lo largo de la frontera de 3220 kilómetros entre ambos países.
Adonde vaya uno, va el otro. México es el tercer socio comercial de Estados Unidos, después de Canadá y China, con cerca de 531 mil millones de dólares de comercio bilateral en 2015.
Ambos países son interdependientes; bienes y partes estadounidenses se envían a las fábricas mexicanas cuyas manufacturas se envían de regreso a Estados Unidos, y viceversa. Millones de trabajos estadounidenses están directamente relacionados con el comercio con México.
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Una pizarra cambiaria con el peso mexicano y el dólar en una casa de cambio en Ciudad Juárez, el martes CreditJose Luis Gonzalez/Reuters
Trump ha prometido acabar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), un pacto que básicamente ha moldeado las relaciones económicas en Norteamérica. Sostiene que México ha sido el mayor beneficiario del acuerdo, mientras que los trabajadores han sufrido por falta de trabajos y salarios estancados, un argumento que le funcionó muy bien con esos segmentos del electorado estadounidense.
Aunque México es el segundo destino de los artículos estadounidenses, lo que le da al país una cierta ventaja o capacidad de responder ante cualquier acción tomada por Trump, los países muestran “una relación muy asimétrica”, dijo Castañeda, sugiriendo que al final es poco lo que México puede hacer para ejercer presión.
Muchos mexicanos podrían perder sus empleos y todos sufrirán si sucede una rápida depreciación del peso. Sin embargo, una crisis económica también podría convertirse en una crisis migratoria, lo contrario a lo prometido por Trump durante su campaña.
Casi 35 millones de ciudadanos mexicanos y mexicoamericanos viven en los Estados Unidos; la mayoría de las personas de ascendencia mexicana tiene la ciudadanía estadounidense o la residencia legal. Entre uno y tres millones de estadounidenses están presentes en México en algún momento, señalan los analistas.
La migración de indocumentados desde México se ha reducido, y los cálculos del Pew Research Center muestran que más mexicanos están regresando a México de los que están emigrando hacia Estados Unidos, lo que resulta una pérdida neta. Sin embargo, una crisis económica repentina podría volver a enviar a los mexicanos a Estados Unidos en busca de trabajo.
“Generas una crisis económica en México, y todas esas ganancias que hemos visto en términos de cero migración se van por la cañería”, dijo Agustín Barrios Gómez, un antiguo diputado mexicano y presidente de la Fundación Imagen de México, que se dedica a promover la imagen del país en el extranjero.
No todos se sintieron completamente tristes por los resultados de la elección. Si hay un resquicio de esperanza, dicen algunos, está en que la amenaza externa fuerce a los mexicanos a unirse.
“Creo que tener un factor fuerte y negativo cruzando la frontera unirá a los mexicanos para trabajar más arduamente, lo que será un efecto positivo”, dijo Arturo Delgado, el director retirado de una escuela técnica.
Algunos se sienten seguros de que el discurso hostil de Trump como candidato menguará cuando asuma el cargo.
“No veo ningún problema en cuanto al comercio o la migración”, dijo Raymundo Riva Palacio, analista político y columnista.
En cuando al comercio, Riva Palacio sostiene que los grupos comerciales y los gobernadores que apoyaron a Trump, incluyendo a Greg Abbott de Texas, le recalcarán la importancia de permanecer dentro del TLCAN.
En cuanto al muro que Trump juró erigir a lo largo de la frontera sur, “a Donald Trump le será muy difícil obtener el presupuesto”, dijo.
En última instancia la economía atemperará las políticas de Trump hacia México, sostiene. También dijo que es posible que más estados aprueben leyes restrictivas que harían la vida más difícil para los migrantes mexicanos. Riva Palacio señaló que con el congreso y el senado en manos de los republicanos, la victoria de Trump puede ser una señal de un realineamiento ideológico que no había ocurrido desde la elección de Ronald Reagan.
“El problema no es para México, es para Estados Unidos”, dijo Riva Palacio.

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