Por: Ángel García Salazar
Como todo hombre de campo, Danilo sabe que tiene el rancho ardiendo, por todos los rincones sale humo y quizás no haya bomberos suficientes para apagar tanto fuego.Podrán sofocaren algún lugar pero algunos funcionarios terminarán siendo devorados por las llamas que ellos mismos provocaron.
Son muchos los casos de corrupción en lo que el pueblo esperaba sanciones y no las hubo. Para solo citar los más comentados por la opinión pública, está el de corrupción en la compra de los aviones Súper Tucanos, el escándalo en la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE),las ventas irregulares de los terrenos del Concejo Estatal de Azúcar (CEA),del sector Los tres Brazos con todo y gente dentro a cargo de la Corporación Dominicana de Empresas Estatales (Corde) y no se debe pasar por alto las icónicas historias de los funcionarios para los cuales ejercer la administración pública ha sido como ganarse la loto. En ese orden de ideas,el caso más reciente es “el diandinazo” que tiene como protagonista al ingeniero que con un metro, construyó todo un emporio empresarial de más de 22 empresas.
En ninguno de esos casos se conocen sanciones, cuando estos temas alcanza las portadas internacionales, el presidente lo resuelve con la sola y simple destitución y para entretener al pueblorecurre al viejo método romano de “pan y circo”, en RD hay poco pan pero sobra el circo.
Todo ese oleaje de impunidad y corrupción en que surfean los funcionarios del partido morado ha rebosado la copa; el pueblo está en la calle y como el circo no ha sacado de la palestra el tema de los sobornos y sobrevaluaciones de las obras construidas por Odebrecht, han pasado a una nueva etapa; la represión contra los que protestan, buscan intimidar a cualquier costo para evitar que la población continúe movilizándose. En Moca le pusieron droga al dirigente social Juan Compré, en la Procuraduría lanzaron gases lacrimógenos a un grupo de jóvenes que la ocupó pacíficamente, tres días después filtraron en un vespertino el descubrimiento de un supuesto plan del Falpo para colocar una bomba en el edificio de la Procuraduría; complot que el propio director del DNI se vio obligado a desmentir.
Para evitar que la bomba estalle el Gobierno mantiene ocupado a los “cuerpos de inteligencia”: escuchan conversaciones telefónicas, filtran historias en los periódicos, revisan las conversaciones de WhatsApp de los activistas… Los de la “Defensa” trabajan día y noche a cambio de un salario que no ha dejado de ser un sueldo cebolla a pesar del aumento.
Pero no, no podrán evitar que estalle, pues hace meses que estalló y en forma de marea verde propaga sus efectos por todos los rincones del país, con matices de esperanza y rayos de indignación, el estallido inspira a jóvenes y a adultos que en otra época no eran capaces de decir esta boca es mía. A diferencia de aquellos días donde reinaba el pesimismo, esta vez todos confiamos en que la impunidad y la corrupción tienen sus días contados en República Dominicana.
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