desarrollo de la sociedad ha sido subyugado por el accionar de sectores de poder que en busca de soluciones particulares han sumido el avance colectivo en un ostracismo histórico.
De ahí que los mismos informes y estudios que sitúan esta nación como el país cuya economía ha crecido más en América Latina, al mismo tiempo lo consideren como el más excluyente de la región.
Tal es el caso de los resultados ofrecidos por el Banco Mundial, el pasado día 13 del presente mes, el cual ofreció un informe sobre el comportamiento de la economía dominicana, en el que destaca un crecimiento por encima de los demás países de la región, pero a su vez hace la salvedad de que este desarrollo no ha sido tan inclusivo como las otras naciones, ya que uno de cada tres dominicanos permanece por debajo de la línea de pobreza.
Lo mismo sucede con la educación y la salud, renglones de suma importancia para la sociedad, lo cuales cuando son evaluados en nuestro país con relación al avance de otros, ponen en tela de juicio el rumbo que llevamos como nación.
A esto hay que agregar la falta de institucionalidad, el irrespeto a las leyes y la corrupción rampante, los cuales son parte de los males que, como una enfermedad maligna que ha desarrollado ramificaciones, aquejan a nuestra sociedad desde los cimientos de la fundación de la patria.
Un recorrido por nuestra historia
Tras la revolución de 1844, los jóvenes precursores de la independencia nacional fueron separados de la toma de decisiones por sectores oportunistas que durante décadas pulularon como sanguijuelas alrededor de los españoles, franceses y haitianos, mientras estas naciones ocuparon esta parte de la isla y cuando vieron que la separación de Haití era inminente se mancomunaron, tal como si hubiese sido una película de piratas, para quedarse con el botín.
Luego de que sectores progresistas, encabezados por Juan Pablo Duarte, ideólogo de la independencia nacional, lograron la liberación de nuestra patria, apandillados retrógradas, entreguistas dirigidos por Pedro Santana y Buenaventura Báez, secuestraron las riendas de la nación por más de 18 años y como si la República Dominicana hubiese sido una de sus cabezas de ganado, terminó siendo vendida a los españoles por Santana.
No bien, a través de una cruenta lucha nacionalista, se había salido de la mal denominada “Madre Patria” cuando un grupo orquestaba la posibilidad de entregar las riendas del Gobierno a Báez, denominado por muchos un sátrapa oportunista que desde 1857 se encontraba en el exilio donde partió con un botín del erario público, tras ser derrocado por una revuelta propugnada y orquestada por sectores progresistas del Cibao, pero cuyos frutos fueron recogidos por sectores retrógrados y malsanos encabezados por Santana.
No valieron los ingentes esfuerzos del general Gregorio Luperón y un grupo de patriotas en busca de enderezar una patria que había nacido “torcida”, ya que las luchas en busca de intereses personales llevaron a colapsar el segundo intento democrático de los dominicanos.
La anarquía, el entreguismo, las dictaduras rampantes, el endeudamiento desmedido y el despilfarro llevado a cabo por los sectores retrógrados en la Segunda República, fragilizaron tanto el desempeño del Estado que sumieron la nación en la más burda miseria y llevaron a que el pueblo dominicano se convierta en el “plan piloto” del inicio de las intervenciones directas llevadas a cabo por los Estados Unidos en las repúblicas del Caribe.
Luego de cruentas luchas escenificadas por campesinos que pelearon hasta la muerte por no dejarse enajenar, el imperio norteamericano orquestó un mamotreto “democrático” que sumió la sociedad por más de 30 años en uno de los sistemas dictatoriales y retrógrados más cruentos y sanguinarios de América Latina.
Apenas siete meses pasaron del primer intento democrático tras la muerte del sátrapa Trujillo y un grupo de marionetas orquestó un golpe de Estado que rompió con el sistema progresista que con mucha sangre se había instaurado hasta el momento.
Fueron muchos los dominicanos que perdieron la vida luchando, tanto con poderes internos como externo, en busca de que se restaurara la constitucionalidad con la vuelta del Gobierno democrático y de la Constitución progresista que regía las riendas del país en el momento del golpe, pero se impuso el sector que como siempre ha logrado imponer un sistema que solo les beneficia a algunos y en nada al colectivo.
En nuestra historia contemporánea la sociedad ha visto cómo, aunque se ha hecho intentos y esfuerzos en diversas ocasiones, tal como una herencia, los intereses individuales siempre han imperado por encima de la colectividad.
En la actualidad nuestros gobernantes, aunque han llevado a cabo algunas acciones en beneficio de la sociedad, se han acomodado al día a día de un sistema que como observamos a la hora de hacer un recorrido histórico nunca ha buscado el beneficio colectivo.
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