FORTALEZA. EL SUR SÍ EXISTE, Y PESE A LA POBREZA QUE AFECTA A SUS POBLACIONES REÚNE CONDICIONES PARA SU DESARROLLO
Doña Mariana Cuello, de 90 años, residente en uno de los suburbios de Barahona, a 201 kilómetros al Suroeste de Santo Domingo, aspiraba hace cinco años a vivir en un techo digno, antes del ocaso.
Paradójicamente, aun en buena vejez, su casucha de zinc, madera de palma y piso de tierra, apenas cuenta con un fogón de tres piedras y leñas para cocinar los pocos comestibles que consigue.
“Espero que un buen samaritano, de esos que son buenos y solidarios, me ayude a construir mi casita en la que pueda pasar el resto de mi existencia en condiciones más dignas”, había dicho doña Mariana, en octubre de 2011.
Casi un siglo de existencia y fue imposible superar la pobreza extrema. Como ella, miles de sureños malviven en igual o peor situación justo en pleno siglo XXI, de espaldas a la modernidad, a la tecnología y con diversas carencias para subsistir.
Nunca apareció el buen samaritano. Tres años después llegó el ocaso y doña Mariana murió sin habitar una casa digna como lo anheló. La pobreza jamás la abandonó.
Más que una estampa de la realidad sureña, doña Mariana retrata una parte de la región Enriquillo, la cual tiene una tasa de pobreza 69.7%, pese a los enormes recursos que posee esta zona. Lo cierto es que la región Sur aguarda las soluciones de sus precariedades con urgencia y expectación. Sus habitantes demandan cuestiones tan básicas como agua potable, salud, alimentación y empleo.
Ocho de las diez provincias que conforman la macrorregión Suroeste se inscriben entre las más precarias en el mapa de pobreza del país.
Ese espacio “tórrido y pateado”, en verso del poeta Pedro Mir, comprende una superficie de 17,354.08 kilómetros cuadrados, es decir, el 36% del territorio nacional. Resulta desafiante reconstruir la “Crónica del Sur” afectada por desnutrición, analfabetismo, insalubridad, desempleo, falta de infraestructura y a menudo golpeada severamente por fenómenos naturales. Todavía quedan secuelas del huracán Georges que devastó gran parte de la agricultura e infraestructura del Sur y casi todo el país, en 1998. Cabe citar el impacto que ha tenido la crecida del Lago Enriquillo en tierras productivas y hasta habitables.
Demandas
Se advierte que una amplia población con carencias reside en San Cristóbal, Azua, Peravia, San José de Ocoa, Barahona, Bahoruco, San Juan, Pedernales, Independencia y Elías Piña, el conjunto de provincias que conforman las tres regiones al Suroeste del país: Valdesia, Enriquillo y El Valle.
Un 29.5% de los hogares en la región El Valle padece extrema pobreza; un 31% en la región Enriquillo está en igual situación; mientras que en Valdesia un 11.9% de los hogares está en extrema pobreza, según el Mapa de Pobreza de la República Dominicana 2014, elaborado por Antonio Morillo Pérez, investigador del Ministerio de Economía y Desarrollo.
Cuatro de las provincias más pobres del país están ubicadas en el Suroeste: Elías Piña con una tasa de 83.2% en pobreza, siendo la provincia más pobre del país; Pedernales con 74.6%; Bahoruco con 74.5%, e Independencia con 72.9% en pobreza, según el referido informe.
Demarcaciones que por demás poseen grandes potenciales para emprender el desarrollo socioeconómico tan deseado por sus habitantes, sin embargo, padecen una ancestral pobreza.
La precariedad golpea la frontera. Tres de las provincias más pobres de esta zona están situadas en la colindancia con Haití, y son Pedernales, Independencia y Elías Piña, cuyas poblaciones se inscriben óen buena medidaó en la línea por debajo de la pobreza.
El 16 de abril pasado, el director de Listín Diario, Miguel Franjul, urgía sobre: “Una mirada al Sur”, cuando expuso ante la membresía de la Convención Anual del Club de Leones de la capital sobre las realidades que caracterizan a la región más empobrecida del país.
“El dossier de demandas que de manera individual han preparado las distintas provincias del Suroeste es voluminoso; pero todas tienen en común estos reclamos: mejores vías regionales, más clínicas y hospitales, más acueductos y escuelas; reparación o ampliación de canales de riego; construcción de politécnicos y polideportivos, y más atención a los cultivos como el café, el arroz, los vegetales y frutas sistemáticamente afectados por plagas o por las sequías”, dijo Franjul.
Presa de Monte Grande
El director de este medio fue más allá, y puso su mirada al reclamo masivo de la construcción de la presa de Monte Grande, a fin de garantizar un recurso tan esencial como el agua.
“Sin agua, el Suroeste no podría avanzar jamás en otras direcciones, y la esperanza es de que este problema sea encarado sin más demora terminando la presa de Monte Grande, que garantizará riego para más de 400 mil tareas ahora infértiles en las provincias de Bahoruco, Independencia, Pedernales y Barahona”, precisó Franjul. Él se sumó a otras voces que por años se han levantado para clamar por la región del Sur, asumiendo sin retraso que la presa de Monte Grande es una de las obras más importantes que aspira toda la región de Enriquillo.
Adicionalmente, en noviembre de 2014, el entonces obispo de la diócesis de Barahona, monseñor Rafael Leonidas Felipe Núñez, quien había emprendido una lucha tenaz por esta obra, pidió al presidente Danilo Medina que aportara los recursos económicos suficientes para que se reanudaran los trabajos de lo que llamó “el metro del Sur”.
Con una inversión que supera los 401 millones de dólares, las asignaciones presupuestarias a esta obra, han sido el reclamo óuna y otra vezó de sectores representativos del Suroeste, incluyendo a legisladores que han formado núcleo con el fin de que el Gobierno asigne recursos y continúe el proyecto. El 13 febrero de 2014, el presidente Medina inició los trabajos de construcción de la presa de Monte Grande, proyecto a cargo del Instituto de Recursos Hidráulicos (Indrhi).
“Aún tenemos voz para reclamar y lo seguiremos haciendo por Monte Grande, por mejores hospitales y clínicas, mejores carreteras, más apoyo a la producción y más inversión para impulsar el desarrollo turístico”, escribió el jefe de Información y columnista de este medio, Tomás Aquino Méndez, el 2 de septiembre de 2014, uniendo sus palabras a un clamor colectivo. Él, como otros periodistas oriundos del Sur, es un defensor de esta obra hídrica que augura mejoría al manejo del agua para toda la zona Suroeste; voces que recuerdan no solo las necesidades de la región, sino también las promesas de distintos gobiernos, muchas de las cuales están pendientes.
El 15 de octubre de 2010, el obispo emérito de Barahona, Felipe Núñez, dijo al referirse a Monte Grande: “Aquí tiene que ser la gran prioridad en nuestra región la superación de la pobreza. Esa es la meta que tenemos que abrazar y luchar todos para superar la pobreza”.
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