Por
Héctor Rafelín Cuello
En esta segunda entrega, donde demostramos la indolencia e ineptitud del alcalde de la ciudad de Barahona, Tavito Suberví, les mostramos un caso que llora delante de la presencia de Dios, algo que solo puede pasar en un pueblo sin dolientes como nuestra amada Barahona.
Esta fotografía es una prueba irrefutable de lo que denunciamos desde hace años, en la misma se puede apreciar en el muy mal estado que está la esquina de las calles 30 de Mayo con Nuestra Señora del Rosario, justo a cien metros de la puerta del ayuntamiento de Barahona, donde el Alcalde tiene su oficina.
Por esta intersección pasa el Alcalde y sus familiares, sus empleados, bocinas, peseteros, seguidores políticos y no hay manera que el inepto e indolente del sindico arregle eso definitivamente. Ni en los alrededores de la alcaldía de Puerto Príncipe, Haití, usted ve una cosa como esta.
Solo en un pueblo acéfalo, sin cabeza, una cosa como esta puede suceder y pase desapercibido. Lo que más nos molesta es que sabemos Tavito Suberví es muy eficiente para hacerse rico y para cuidar sus propiedades, su maldad es contra Barahona, el pueblo que se lo ha dado todo y un chin más.
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