De tanto repetir lo mismo. De tanto callar lo que debe denunciarse. De tanto decir sólo lo que les conviene y cuando les conviene. De tanto pensar más en sus intereses particulares que en los intereses del pueblo y de sus comunidades, los políticos y los partidos políticos dominicanos dejaron de ser noticia. Y siendo así, les hace falta más que la simple sonrisa que exhiben los candidatos en los spots publicitarios (¡todos sonríen!) para llamar la atención, ganarse la confianza y la voluntad de voto de los ciudadanos y deshacerse de la antipatía antipartidista.
Pero no es sólo cuándo hablan, sino lo poco relevante que resultan los temas sobre los qué hablan. Y es que, como expresa Jonathan Swift en su obra El Arte de la Mentira Política, pareciera que los políticos “tienen un calendario de mentiras para todo el año, donde indica las que mejor convienen a cada estación y mes del año”; olvidando también la misma recomendación de Swift de que “no se crean sus propias mentiras”. En el escenario político dominicano las pruebas sobran.
Pese a su distanciamiento de la ciudadanía, nuestros políticos están convencidos de que “hay que sonar” para ser tomados en cuenta, más que por los votantes, por los partidos denominados “atrápalo-todo” (catch-all parties), especializados en comprar partidos minoritarios -y hasta algunos relativamente mayoritarios- para aplacar oposiciones y recoger los frutos a la hora de la repartición de los “fondos subsidiarios”. Es por eso que fabrican las noticias y “las noticias sobre sus noticias”, que suelen acompañar con fotos en las cuales se muestran mezclados con el pueblo. Esas son falsas noticias o noticias insípidas, teatralizadas y poco atractivas.
Otros con más imaginación fabrican noticias “lights” tomadas del “día a día”: el Día de Duarte, Día de las madres, del estudiante; la semana santa, día de los enamorados, el día del trabajo, el día del periodista y hasta el día de las “habichuelas con dulce”; incluyendo el Día de la Constitución, que habla de igualdad de derechos para todos y que rechaza los privilegios, los mismos privilegios que los políticos dicen merecer, y hasta heredar, a cambio de “representar” al pueblo. ¡Y a qué costo!
Las noticias son hechos, y hechos nuevos, hechos frescos. De ayer como muy lejos. De hoy. De mañana. Hechos. Los partidos políticos y los políticos deben generar noticias de impacto social. Algunas de éstas pondrán a prueba su valentía cívica y la defensa de valores y virtudes públicas. Y desde luego, deben ir precedidas de ejemplos y estilos de vida pública y privada coherentes con la transparencia, la rendición de cuentas, alejados de la corrupción, la de todos; que ponen de manifiesto una clara defensa de a justicia y el respeto a ley, sin excepción, así como la defensa de los derechos humanos.
“Ser noticia” implica, a su vez, desvelar otras noticias que algunos ocultan, fabrican o que manipulan para optimizar el apoyo electoral. También exige las necesarias y sostenidas denuncias sobre temas de interés nacional, regional y local; los problemas de sectores y comunidades que reciben trabas en sus iniciativas, tales como la falta de semilla para la siembra de habichuelas de los agricultores de San Juan de la Maguana, la falta de transparencia y rendición de cuentas de los servidores públicos; la pertinencia y adecuada canalización de los préstamos de bancos y entidades financieras internacionales, las declaraciones y “mandados” del Fondo Monetario Internacional, FMI, el salario mínimo de los trabajadores y la creación de empleos para las mujeres y los jóvenes.
“Ser noticia” es la actitud permanente de oposición bien fundamentada al gobierno. Es el ejercicio de cuestionamiento y debate de las “estadísticas” gubernamentales, de las reformas que amenazan la vulnerable economía de los más necesitados, así como también el encaramiento de las “tristes noticias del país” referidas a la salud, al costo de la vida, al problema eléctrico, a la pobreza, al hambre y a otros “calvarios” que está viviendo el país y que parecen resultar invisibles a los ojos de los políticos y de los partidos políticos.
Y si grave para la democracia resulta la irrelevancia de los partidos políticos, sus dirigentes, sus legisladores y “mandantes”, así como su nulo o débil liderazgo, mucho más grave debe considerarse el silencio cómplice que los convierte en “oposición autoamordazada”; y no se diga la escenificación de escándalos políticos, económicos y sociales que genera apatía y falta de confianza en los ciudadanos votantes.
Los partidos políticos y los políticos dominicanos volverán a ser noticia cuando superen el aferramiento a localismos pintorescos y a las tentaciones populistas; cuando renuncien a las alianzas con viejos y advenedizos grupos, que más que políticos, representan un triste papel en las funciones de “pan y circo” de la política; cuando no se sirvan de la política, sino que sirvan a los ciudadanos desde la política; cuando demuestren la capacidad de definir y establecer políticas públicas que respondan a las necesidades de los ciudadanos; cuando logren rescatar el respeto y la confianza perdidos; cuando hagan verdaderos aportes a la democracia, democratizándose ellos mismos. Aunque no lo reconozcan, ese es su deber. Y si no lo hicieran... Que el pueblo se lo demande. ¡Antes de votar por ellos!
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