En el apogeo de su poder político -a principios de la década de los años 70, cuando La Banda y los asesinatos de izquierdistasñ, a Balaguer no le cabían más acusaciones. De él decían que era homosexual, asesino y ladrón... Y hasta que desayunaba con un niño pasado por agua.
La izquierda lo caricaturizaba con dos largos colmillos sangrantes, sepultado en monedas de oro, como Rico Mac Pato. Lo vestían de tacones y con minifalda y le atribuían vínculos maliciosos con algunos funcionarios de su cercanía.
Por años su soltería fue motivo de conjeturas sobre sus preferencias sexuales, y mientras las malas lenguas le atribuían orientación homosexual ñen la época en que la homosexualidad era pecado capitalñ, Balaguer “se hacía el pendejo” y pasaba por las armas a las más lindas doncellas.
Trujillo, que en su presencia lo respetó siempre, comentaba entre contertulios que Balaguer era “como la oveja mansa, que se mama su teta y la ajena...”
“El hombrecito”, como llamaba Trujillo a Balaguer entre sus íntimos, “era capaz de comerse un tiburón podrido... Y ni eructaba”, a decir de uno de sus más conspicuos biógrafos, Ramón A. Font Bernard, que le sirvió a ambos por más de 50 años.
“Más que un chulo, Balaguer era un chulazo...”, comentó Font Bernard con sorna inteligente una mañana mientras lo entrevistaba en Hoy Mismo sobre la fementida homosexualidad del líder reformista.
Font decía que aún privado de la visión y ya octogenario, Balaguer se las ingeniaba para sentirse atraído por una belleza física que no podía ver en las mujeres. “Pero se la imaginaba...”
Una oposición rabiosa
Durante su gobierno de 12 años Balaguer recibió los epítetos más agresivos de parte de sus opositores... Que eran las tres cuartas partes de la población urbana en una época en que la zona rural componía la mayor parte de la población.
Durante su gobierno de 12 años Balaguer recibió los epítetos más agresivos de parte de sus opositores... Que eran las tres cuartas partes de la población urbana en una época en que la zona rural componía la mayor parte de la población.
Del campo llegaban cada cuatro años los “cerones de votos” que certificaban sus victorias, pero en la zona urbana se accedía a los medios de comunicación, a los centros académicos, a la actividad partidaria cuando la política panfletaria era predominante.
Por eso la propaganda adversa al balaguerismo fue tan resonante en esos años de eufemismos revolucionarios cuando cada izquierdista asesinado era una nueva cruz levantaba contra el régimen.
Los decires le atribuían a Balaguer una “preferencia homosexual” que nunca tuvo, y la “acumulación de una riqueza” que jamás existió.
Balaguer murió sin un céntimo en su haber personal, y hasta su casa de la Máximo Gómez 25, que adquirió por 50 mil pesos cuando era ministro de Educación, en la Era de Trujillo, la donó a un centro caritativo, y su biblioteca personal a una universidad.
...Y su preferencia sexual
Quienes le conocieron de cerca dicen que Balaguer era un fino seductor. Encandilaba a las mujeres con su delicado trato, las atraía con frases poéticas, las tocaba con delicadeza, sabía agradar el oído de la amada con palabras sensuales.
Quienes le conocieron de cerca dicen que Balaguer era un fino seductor. Encandilaba a las mujeres con su delicado trato, las atraía con frases poéticas, las tocaba con delicadeza, sabía agradar el oído de la amada con palabras sensuales.
...Y ellas se derretían. No sólo por sus encantos, sino por todo lo que aquel viejo sabichoso era capaz de prodigarles... Además de lo obvio, que era poder y riqueza.
En el camino tuvo tantos hijos que nadie es capaz de contarlos con precisión... Ninguno reconocido legalmente, pero muchos de ellos conocidos por el común de la gente.
La mayoría, a decir de Font Bernard, concebidos con mujeres que al momento de su relación estaban bajo su tutelaje laboral...
Algunas de las cuales --aún en su tiempo de malaria política y de exilio de casi cinco años--, recibían inmancablemente la mensualidad de manutención: ¡Cinco duartes que no fallaban...!
“¿Balaguer homosexual...? ¡Ve y llévale a tu hermana!”, le dijo Font alguna vez a un líder izquierdista que gritaba: ¡Balaguer, maricón...!
El izquierdista terminó como alto funcionario de Balaguer... ¡Y la hermana, su amante!
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